por Hugo Bruschi en el Año de la Dignidad.
Así acostumbraba
decir, un profesor de historia que me tocó en suerte en el Liceo
Nocturno. Mejor dicho en mala-suerte dado que se trataba de un viejo
fascista. Cierta vez que me llamó al frente para hablar de un tema, le
dije "le voy a ser franco, no pude preparar el trabajo por falta de
tiempo". En tono burlón, me respondió: " Imposible, porque Franco hay
uno solo y es tan grande, que su nombre no merece ser usado para
justificar el desinterés por el estudio". A pesar que sabía que quienes
estábamos allí trabajábamos, no tuvo consideración alguna conmigo. Y a
partir de entonces decidí hacerle la vida imposible a este español
fascista. Yo militaba en la Union Popular 4190 a cuya fundación asistí
en 1962. Fuí designado delegado regional de mesas con base en el cine
Flores Palace y con mis 18 años recién cumplidos y una escarapela al
ojal, me llevaba el mundo por delante, cargado de convicciones a las que
por suerte, aún no he renunciado. Un sábado a la noche, llegué al
Zorrilla más temprano que de costumbre y escribí en el pizarrón: FRANCO
ASESINO, TE ESCUPO LA CARA EN NOMBRE DE JULIAN GRIMAU. Me refería al
militante comunista recientemente - por entonces - asesinado por el
franquismo. Cuando irrumpió en clase el viejo fascista, estuvo un
instante mirando con atención aquella frase, tratando de descubrir por
la escritura, a su autor. Yo había desimulado el trazo escribiendo en
mayúsculas, pero por el trato que me dispensó más tarde, estoy seguro
que sabía de quien se trataba.
Eran años del Nocturno y yo trabajaba
durante el día, para poder dar una mano en casa y vestirme sin resultar
una carga para mis padres. Fueron tiempos muy lindos, en donde aprendí a
distinguir con claridad el camino a seguir. Pero el viejo fascista con
su "borrar y empezar de nuevo", me quedó grabado en la memoria, pues el
dicho puede ser empleado en diversas circunstancias. Yo siempre lo
asocié a la búsqueda de caminos nuevos, cuando el viejo estaba inundado,
cubierto por la maleza o simplemente cuando descubrimos que no conduce
más allá de los portones. Hoy estamos en una situación que merece tentar
otros caminos para el movimiento obrero uruguayo. No seremos nosotros
sentados atrás de un teclado, quienes le enviaremos recetas a los
trabajadores. Sería una inmoralidad de nuestra parte, pero es indudable
que alguien tendrá que hacerlo y sin demoras. La actual conducción
sindical uruguaya, ha dado por tierra con las mejores tradiciones
obreras del país. Y aquí no se trata de buenas o malas personas, sino de
cómo entienden los intereses de clase, de cómo pueden asociar los
intereses electoreros de un Partido, con los de los asalariados. De cómo
han puesto a la clase obrera al servicio de un gobierno, llegando al
extremo de ponerle nota a los accidentes laborales. Este sí está
comprendido en la ley de responsabilidad empresarial y este nó porque el
patrón es el Estado. La misma Central y el mismo Sindicato que impulsó
la ley, ahora se erigen en jueces y nos dicen que muertes serán
denunciadas y cuales nó.
Borrar y empezar de nuevo, porque estos
caminos ya han sido transitados en otros paises, con mejores
posibilidades de éxito y han fracasado. Y lo que es más grave aún: le
han abierto la Puerta al fascismo en sus distintas versiones. Cuando las
organizaciones obreras están más preocupadas por el éxito electoral de
un Partido que de los auténticos intereses de los trabajadores, están
desarmando ideológicamente al movimiento obrero,dejándolo a merced de
oportunistas que ocuparán el lugar que ellos abandonaron. Partidos de
derecha han tomado como suyas, consignas que antes fueron de izquierda y
se han eregido en Partidos del trabajo que luchan contra la
desocupación y por un salario digno, todas banderas abandonadas por
quienes están más ocupados en el resultado electoral. Hasta los pobres
jubilados en Suecia por ejemplo, condenados a vivir con la tercera parte
de lo que antes ganaban, como resultado del nuevo sistema llevado
adelante por derechas e izquierdas y con la participación activa de la
Central Obrera que les prometió el cielo y les hizo ver las bondades del
nuevo sistema, hoy son seducidos por los nuevos nazis con
representación parlamentaria que les prometen aumento en sus ingresos y
rebaja de los impuestos. Y estos grupos nazis crecen día a día, gracias
al descontento que genera el abandono de los principios por parte de
quienes dicen representar los intereses populares. Y si estas cosas
pasan en Europa, recuerden España con Felipe González o Zapatero y una
organización sindical a su servicio y como terminó, que no nos espera en
las áreas del capitalismo dependiente y economías frágiles que no
resisten la menor embestida. Sólo un movimiento obrero concientizado de
su papel en la lucha de clases, por el lugar que ocupa en la producción y
en los servicios, podrá evitar que estas desviaciones ideológicas le
abran la puerta a los sectores más reaccionarios disfrazados de
populares. Y esto se logrará el día en que los dirigentes obreros
entiendan, que la disputa electoral y la lucha por el salario u otras
reivindicaciones son incompatibles. Que nada tienen que hacer allí los
que viven de un ingreso cada vez más menguado, a pesar de las
estadísticas de la felicidad. Que a los trabajadores no se les puede
emplear como hinchadas de tal o cual Partido político. Que los
Sindicatos además de ser la herramienta con que cuentan los obreros,
debe ser una escuela de formación militante. Creando conciencia en que
la lucha va mucho más allá de la reivindicación económica que se llevará
la próxima inflacción. Y que la famosa unidad no significa obediencia,
sino en caminar juntos sin amontonarnos, en temas puntuales y que además
no admite propietarios. No se necesitan más patrones....con los que hay
alcanza y sobra.