por Hugo Bruschi en el Año contra la Impunidad.
El colorido de
la fiesta, con Vázquez y Sendic montados en un viejo auto acondidionado
para la ocasión, resultó apenas empañado por las silbatinas y abucheos
que el público allí presente, le propinó al Ministro de Defensa.
Parece
que este hombre no goza de muchas simpatías entre la hinchada. Y su
respuesta no se hizo esperar: "Había algunos hinchas de Nacional" dijo
en tono sarcástico, riéndose como es su costumbre de todos aquellos que
no aprueban su gestión. La verguenza no figura entre las virtudes de
este nefasto personaje. Pero al mismo tiempo tenemos el deber de hacer
notar,la tremenda contradicción en que incurre esa parte del público.
Cómo se puede explicar que aplaudan el paso triunfante del nuevo
presidente y al mismo tiempo abucheen a su Ministro, a ese Ministro por
él designado a pesar de todo lo que recae sobre su persona? Cómo se
puede entender que griten "Pepe no te vayas" y le propicien una
silbatina a su mejor Amigo, con quien compartió su odio a algún juez
decente y obstáculos en la búsqueda de Verdad y Justicia? La única
explicación que La Vidriera encuentra a estos comportamientos, es que
estas cosas pueden pasar cuando las hinchadas suplantan a los
militantes. Al que entendemos como tal, al que tendrá que ser crítico y
autocrítico, cuestionador y seguro de sus ideas. Nó al aprobador que
cabecea siempre en forma afirmativa, cual si tuviera un Parkinsson. Nó al
que siempre corre presuroso atrás del líder, no al alcahuete para
hablar más claro.
Fernández Huidobro les respondió como en el fondo
se merecen: "deben ser hinchas de Nacional", aunque para el caso bien
pueden ser hinchas de otros equipos, del mismo modo que son hinchas del
Frente Amplio. Fernández Huidobro les quiso decir: "sigan pateando giles
que el partido ya está decidido de antemano". Y tendría razón si así lo
entendiera y hasta merecería el aplauso de la Vidriera por su
sinceridad. Porque su designación está muy bien custodiada y se siente
muy seguro, porque su presencia en el nuevo gabinete, es una imposición
sino explícita, obligada por las circunstancias. Se trata de un hombre
que ha cosechado por mérito propio, muy buenas relaciones con los
uniformados. Y esos vínculos son imprescindibles para la tranquilidad
del nuevo gobierno. Y al mismo tiempo toda una garantía para que la
famosa comisión recientemente designada, pase a la historia como un
intento fallido de dar vuelta la página. Como un adelanto administrativo
en materia de versos. Como una prueba más de la impunidad reinante.