miércoles, 16 de marzo de 2016

El diploma



por Hugo Bruschi en el Año de la Resistencia.
Tal vez por haber leido la historia del movimiento obrero rioplatense desde sus comienzos, y la vida -no contada por ellos sino por otros- de algunos luchadores sociales por lo general de convicción anarquista, llegamos a la conclusión en nuestros años jóvenes, que caer preso o morir en la lucha, era un accidente en la vida de un revolucionario. Por un período o tal vez para siempre, el militante se veía impedido de aportar a la causa por la que vivía o daría su vida llegado el momento. También recuerdo con nitidez las palabras del CHE, cuando en una oportunidad le dijo a alguien que se integraba a la lucha: "A partir de hoy, tendrás que considerar cada día de vida como un regalo".
En estos días, hemos asistido con tristeza a un acontecimiento que ha despertado la indignación de mucha gente, que seguramente comparte lo expresado más arriba. Viejos compañeros y compañeros viejos se estarán preguntando que es lo que ha pasado, cómo pudo un grupo de gente concurrir a homenajear a nuestros muertos o desaparecidos en un vehículo policial? La Vidriera que ya en una oportunidad publicó las confesiones de un ex-preso, tratará de volver sobre el tema tratando de buscar una explicación a tales comportamientos.
Hubo un período durante la Dictadura militar, en que el gobierno de Carter hacía hincapié en la sistemática violación de los Derechos Humanos por parte de estos orientales y además les cortó los préstamos. También fueron obligados a publicar en la prensa, sendas reseñas de tales violaciones. La respuesta no se hizo esperar: El General Queirolo dijo que "quienes habías desfollado la selva asiática (Vietnam) con el agente naranja (fósforo), no les iban a dar clases a ellos (los militares) de democracia y derechos humanos. Recuerdo que Videla dijo lo mismo. "Somos derechos y humanos" riéndose de la gente y de las acusaciones. Pero la cosa no quedó ahí. Había que demostrar que el peligro subversivo era una realidad y para ello había que llenar las cárceles de gente. Hubo gente que estuvo presa por haber dejado dormir a alguien que conoció en su niñez y siguieron siendo Amigos. Otros por la mera sospecha e incluso hubo una figura jurídica inventada por la Justicia Militar de la "casi semi-plena prueba" o sea que alcanzaba con la sospecha o en su defecto que no les gustara la cara de la persona en cuestión. Con otras palabras, hubo gente que estuvo presa sin saber porqué. De ahí su debilidad. Gente que de no haber sido por esa necesidad de llenar las cárceles, jamás tenía que haber perdido su Libertad. Gente que con otras palabras y en otras circunstancias, eran totalmente inofensivas para el sistema, no representaban peligro alguno, si por ello entendemos al ser humano capaz de pensar, actuar y organizar a otros semejantes. Si algún oficial de inteligencia de la época lee estos comentarios, coincidirá conmigo aunque más no sea por una vez.
Luego de recuperada la Libertad y ya en un clima distendido, era común que viejos compañeros intercambiaran opiniones. O que se encontraran dentro o fuera de fronteras. La primer pregunta que surgía era: "Estuviste preso?" Nó, tuve suerte y zafé". A partir de ahí, la conversación perdía interés. La cosa se dividía entre los que estuvieron y los que nó. Yo puedo dar fé de mucha gente que se sintió mal, muy mal. Honrados militantes que hubieran deseado caer presos, para ser considerados como iguales. Nadie se alegraba que un compañero zafara de las garras enemigas, por el contrario. Nadie se preguntó jamás, si ese compañero zafó porque otro compañero no lo cantó y se llevó tal vez, su secreto a la tumba. Nadie le agradeció a esos compañeros haber organizado la denuncia en el exterior o haber arriesgado sus vida con un pincel en la mano, allí donde a veces la pintura es más importante, que un revólver en manos de un aventurero. Y este resentimiento fue alimentado desde arriba, entre gente sin conciencia. El mismo José Mujica dijo a poco de salir, que todo había sido "un problema de velocidad", insinuando que los que se salvaron se las tomaron en plena lucha.
Pero el tiempo fue poniendo las cosas en su lugar. Durante ese tiempo he escuchado del mismo modo que lo han hecho Uds., Amigos de La Vidriera, relatos dignos se ser llevados a la pantalla grande. Relatos en boca de gente que como aquél "As de cartón" del tango, contaba sus hazañas entre infelices que no tenían ni idea de que se trataba. He visto gente en alguna reunión, rodear a alguno de estos personajes como si se tratara de un héroe nacional. "Estuvo preso"....estuvo preso." Y ellos contaban sus historias, que iban creciendo en dramatismo de relato en relato. Habían estado presos sin jamás haber pisado un sindicato, sin jamás haber participado en experiencias sociales. Habían estado preso, era lo más importante que habían hecho en su vida y merecía ser contado. Si alguien les hacía una pregunta incómoda que los dejara en falso, le metían "la pechera". "Mirá loco, yo me comí tantos y cuantos años, así que a mí no me vas a hablar de revoluciones". Y cuando sacaban a relucir el diploma, nunca faltaba el Coro que los aplaudía. Habían estado presos, ya habían cumplido con la revolución, a partir de entonces podrían hacer lo que quisieran, que nadie les podría reprochar nada.
Hoy algunos de ellos, se subieron a un bus policial. Mañana bien nos pueden convidar a un asado en algún cuartel. Y lo podrán hacer, porque ellos son los únicos autorizados a hacerlo. Estuvieron presos, aunque Ud. Amigo de la Vidriera sabe perfectamente por también haber estado preso, que muchos de ellos marcharon al kilo como en la feria. Y en ese kilo de feria, vienen 3 piezas buenas y 3 pasadas de maduras, como me confesó un compañero que también estuvo preso y conoció a muchos de los que hoy, están más preocupados por las "reparaciones económicas" que de denunciar al gobierno por darle largas al asunto con comisiones que van  y vienen, entreteniendo a los que como estos ex-presos están esperando algún beneficio.