domingo, 16 de noviembre de 2014

Te acordás hermano?


por Hugo Bruschi en el Año de la Dignidad

"........que tiempos aquellos!"  Yo tuve la suerte de haber crecido en aquellos tiempos pasados, porque ya desde niño aprendí muchas cosas. Recuerdo con nitidez alguna víspera de Reyes Magos en el Sindicato de Funsa, en donde se repartían juguetes para los hijos de los obreros. Por haber nacido en ese barrio, ví también la fábrica ocupada y rodeada de caballerías y otras formas represivas, que cuidaban los intereses de Don Pedro Saenz. De aquél hombre Fuerte si los había, patrón entre patrones. Pero con el Sindicato de Funsa no funcionaban las amenazas y la prepotencia patronal. Allí eran diferentes los negocios. De un lado la represión y del otro tanques llenos de nafta. Sindicalismo en serio ,  solidaridad y lucha por encima de los votos y las bancas "combativas". Más tarde ví al mismo sindicato, juntando comida para las ollas populares de algún gremio en conflicto. Eran tiempos en donde los sindicatos - unos más que otros - pero todos hablando el idioma de la clase obrera. Tiempos en donde la izquierda se podía diferenciar de la derecha. Aún con errores de enfoque, de lecturas de la realidad, de desviaciones,pero identificable y puntual en el apoyo a la Revolución Cubana, al heroico Pueblo vietnamita. Se respiraba anti-imperialismo. Eran tiempos en donde no pasábamos de ser una gran familia,en donde casi todos nos conocíamos.

Desde tiendas tradicionales y la prensa a su servicio, éramos distinguidos como "históricas minorías" "campeones morales en las urnas" y por supuesto: "agentes comunistas al servicio de la URSS". Y aquella familia fue creciendo, hasta que en 1971 pasó a ser una fuerza que ya amenazaba  las 500 familias dueñas del país y su Rosca financiera. Luego vino lo que vino, y aquella fuerza resurgió fortalecida por la incorporación de nuevos contingentes humanos, pero derrotada en su ideología y en sus principios. Aquella fuerza hoy es mayoría y gobierno, pero ya no es izquierda. Ahora ocupan el lugar que antes ejercían los Partidos tradicionales, y hoy como ayer, volvemos a escuchar los mismos epítetos, las mismas etiquetas actualizadas: "minorías que quedaron estancadas en el pasado", o "que alientan con volver a incendiar las calles". Creyendo que ofenden y descalifican, ingenuamente nos están homenajeando. Si la sangre en el pecho, es la mejor condecoración que pueda recibir un combatiente de la Libertad, estas acusaciones son el mejor homenaje a quienes no se han vendido, a los que siguen creyendo porque sus convicciones están bien arraigadas y confirmadas por la historia, a quienes no enajenan sus principios por alguna banca, un sueldo y un flash televisivo. De los que no jugaron a la revolución como alguna dama de Pocitos, que hoy dá cátedra de izquierda y se integró en busca de aventuras que hiciera más apasionante su triste existencia burguesa. En cambio están quienes seguimos perteneciendo a aquella gran familia, los que no necesitan anti-depresivos ni substancias que los ayude a conciliar el sueño, los que seguimos durmiendo en Paz con la conciencia, porque tenemos. Y seguiremos siendo seguramente una minoría, que aún conserva el privilegio de llamarse IZQUIERDA, no para diferenciarnos de la derecha, sino para proponer una salida socialista a la que jamás renunciamos. Y esto no es poca cosa compañeros, porque sobre nuestros hombros recae la tremenda responsabilidad, de dejarle a la generación del relevo, este legado de lucha y dignidad por el que tanta gente ofrendó su vida.