por Hugo Bruschi en el año de la Resistencia.
Una vez anunciado
el ajuste fiscal, se dispararon las alarmas. Los que quedaban exonerados
del aporte patriótico que salvará la economía, festejaban la decisión
progresista que los exceptuaba. Todo un avance....."viste que sólo eran
rumores de la derecha?", le comentaba un 10.000 pesos a un 12.000...
Algo así como que después de haber sido amenazados de muerte, apenas nos
torturaron.
Todo un logro. Pero la cosa no quedó ahí: En las redes
sociales criticaban a quienes en Pocitos salieron a cacerolear o a hacer
ruido con lo que tuvieron a mano. Todos los que ganaban más de 33.000
pesos perdían su derecho a la protesta. Tendrían que pagar calladitos la
boca y así fue que de la noche a la mañana declararon millonarios a
todos los habitantes de ese barrio. En Pocitos no hay laburantes, todo
el mundo tiene sus 0 kilómetros y algunos tienen 2. Y conste que esto lo
hicieron conocidos progresistas, que no admitían que alguien que gane
más de 33.000 pesos, no pagara por los que no alcanzan a esa suma. De la
canasta familiar nadie se acordó, aunque parece andar por los 60.000. O
sea que un lugar de reclamar un ingreso digno, dieron rienda suelta al
odio hacia quienes ganaban un poco más, aunque no llegaran a la famosa
canasta. Emparejar para abajo es la consigna.
Luego el gobierno se
vió obligado a exonerar también a los que ganaban más de 33.000, dejando
a los de 50.000 para arriba con la patriótica responsabilidad de pagar.
Y el PIT-CNT que había anunciado un paro de 24 horas, lo postergó
teniendo en cuenta "los avances logrados". Un avance marcha atrás
presentado como una conquista de magnitud.
Hay falta de seriedad o
mejor dicho de respeto hacia la gente, pero de nada vale quejarse si el
pueblo permanece indiferente. A tal extremo ha llegado la situación, que
pensar en una reacción, resulta casi voluntarismo puro sin vínculo
alguno con la realidad.
La indiferencia nos lleva a creer que estamos
predicando en el desierto y la pregunta que surge clara es: hasta
cuando podremos seguir responsabilizando al gobierno de sus actos,
cuando la ciudadanía permanece callada? Los pequeños conflictos que se
suceden todos los días, los estallidos sociales en algunos barrios, allí
"donde el barro se subleva" o la desocupación galopante o el medio
empleo, no alcanzan para cambiar de opinión. Las grandes mayorías, por
la causa que fuere, están contentas y esperando la copa celeste. Tener a
un pueblo alegre, carnavalero y creyente no es en definitiva la meta
más deseada por los gobiernos de todo el mundo? Vistas así las cosas, no
nos queda otro camino que felicitarlos. Tendremos gobierno progresista
para rato y Marconis también.........