martes, 9 de diciembre de 2014

Maniobras diversionistas


por Hugo Bruschi en el Año de la Dignidad

En términos militares serían aquellas destinadas a distraer la atención, lejos del objetivo perseguido. Tácticas del tero. Y el Ministro de Defensa uruguayo, es un experto en la materia. Desde hace muchos años viene practicando esta jugada, de ello son testigos los cientos de compañeros que enfrentó con sus comentarios. Enchastrador por naturaleza, nos recuerda la fábula del sapo barroso y la luciérnaga aplastada por el batracio. "Porqué me aplastas? preguntó la luciérnaga. "Y tú porqué brillas?" respondió el sapo.
Quienes lo conocieron de cerca, seguramente tendrían mucho para agregar. Para quienes somos meros observadores, nos alcanzan algunas cosas para saber ante quien estamos. Ya tiempo atrás, la emprendió contra los familiares de desaparecidos y organizaciones de DDHH."Hay mucho dinero en juego" dijo sin escrúpulos de ninguna naturaleza. Y al oir estas cosas, mucha gente se preocupó más por el dinero que recibirían en forma de indemnización, que por el derecho que tenían frente a un Estado violador, que aún no ha dado respuesta a los reclamos de Verdad y Justicia. En estos días vuelve a ser noticia, enviando a los medios de información, una carta defendiendo el derecho de un hombre procesado por graves delitos contra la humanidad. Y ese derecho estaría respaldado por su "buena conducta". No creemos que haya un sólo uruguayo fuera de los círculos a que pertenece el procesado, que comparta estos criterios. Nó por el dinero que recibirá, sino por el argumento esgrimido para hacerlo acreedor al mismo. Cuántos jubilados y pensionistas de este país, que jamás le hicieron daño a nadie, perciben ingresos que los condenan a la miseria o a vivir de sus hijos o nietos!!
Pero este experto en entreverar la baraja, va mucho más allá aún: "No se entiende que reclaman periodistas e internautas. Que les peguemos, que los torturemos, que persigamos a sus familias, hasta que generación, hasta que grado de consanguinidad?" Y a partir de estos comentarios, el lector desprevenido comienza a sentir alguna simpatía con los pocos presos, "viejitos" todos ellos. Y no faltarán quienes condenen a los que según Fernández Huidobro, están sedientos de venganza. Entonces surge clara la pregunta, entre quienes no hemos perdido el hábito de pensar: Porqué esa agresividad verbal, ha llegado acaso hasta Ud. la viejita Luisa Cuesta, a pedirle un submarino para hacer hablar a los que mataron a su hijo? O será que para Ud. la palabra Justicia, resulta molesta cuando no  favorece sus propósitos? Qué busca Ud. con esas declaraciones, acaso descalificar una vez más, a quienes reclaman saber donde están los restos de sus seres queridos?
Sin embargo, la carta tiene otra lectura interesante, que quizás pase desapercibida para mucha gente. Esa misma gente que muchos de ellos sin saberlo, votaron por la impunidad permanente. La carta tiene la intención en primer lugar, de hacerle saber al Tribunal de Honor que cuenta con su respaldo. Luego presentar a los victimarios como víctimas y a quienes reclaman como hordas animadas por espíritus de revancha. Cualquier periodista y en otro país claro está, le hubiera preguntado porqué habla de "castigos y torturas" que no están en el ánimo de nadie, pues de lo contrario nos estaríamos convirtiendo en lo que repudiamos. Si Ud. sabe perfectamente que con abrir los archivos alcanza y sobra. Para qué entonces estas cortinas de humo? No olvide que en este país, todavía existen los que piensan. Los que creen que Ud. es una figura decorativa, pues los supuestos subordinados, son sus verdaderos jefes. Y a Ud. sólo le corresponde hacer bien los deberes. A qué se refiere cuando dice " no seremos verdugos ni fascistas"? Es acaso su mala conciencia que pretende justificar una traición, haciéndose la víctima?  Quien podría acusarlo de tales cosas? Con lo que Ud. lleva adentro, alcanza y sobra. Para qué entonces pintarle una raya más al tigre........
La Vidriera hizo una lectura particular de esa famosa carta. Al leerla no pudimos menos, que sentir compasión con Amodio Pérez. No por su inocencia claro está, sino porque cargó solito con un pesado balde de mierda, que otros debieron compartir para ayudarlo en la tarea.