viernes, 2 de mayo de 2014

Borrar y empezar de nuevo

por Hugo Bruschi en el Año de la Dignidad.

Así acostumbraba decir, un profesor de historia que me tocó en suerte en el Liceo Nocturno. Mejor dicho en mala-suerte dado que se trataba de un viejo fascista. Cierta vez que me llamó al frente para hablar de un tema, le dije "le voy a ser franco, no pude preparar el trabajo por falta de tiempo". En tono burlón, me respondió: " Imposible, porque Franco hay uno solo y es tan grande, que su nombre no merece ser usado para justificar el desinterés por el estudio". A pesar que sabía que quienes estábamos allí trabajábamos, no tuvo consideración alguna conmigo. Y a partir de entonces decidí hacerle la vida imposible a este español fascista. Yo militaba en la Union Popular 4190 a cuya fundación asistí en 1962. Fuí designado delegado regional de mesas con base en el cine Flores Palace y con mis 18 años recién cumplidos y una escarapela al ojal, me llevaba el mundo por delante, cargado de convicciones a las que por suerte, aún no he renunciado. Un sábado a la noche, llegué al Zorrilla más temprano que de costumbre y escribí en el pizarrón: FRANCO ASESINO, TE ESCUPO LA CARA EN NOMBRE DE JULIAN GRIMAU. Me refería al militante comunista recientemente - por entonces - asesinado por el franquismo. Cuando irrumpió en clase el viejo fascista, estuvo un instante mirando con atención aquella frase, tratando de descubrir por la escritura, a su autor. Yo había desimulado el trazo escribiendo en mayúsculas, pero por el trato que me dispensó más tarde, estoy seguro que sabía de quien se trataba.

Eran años del Nocturno y yo trabajaba durante el día, para poder dar una mano en casa y vestirme sin resultar una carga para mis padres. Fueron tiempos muy lindos, en donde aprendí a distinguir con claridad el camino a seguir. Pero el viejo fascista con su "borrar y empezar de nuevo", me quedó grabado en la memoria, pues el dicho puede ser empleado en diversas circunstancias. Yo siempre lo asocié a la búsqueda de caminos nuevos, cuando el viejo estaba inundado, cubierto por la maleza o simplemente cuando descubrimos que no conduce más allá de los portones. Hoy estamos en una situación que merece tentar otros caminos para el movimiento obrero uruguayo. No seremos nosotros sentados atrás de un teclado, quienes le enviaremos recetas a los trabajadores. Sería una inmoralidad de nuestra parte, pero es indudable que alguien tendrá que hacerlo y sin demoras. La actual conducción sindical uruguaya, ha dado por tierra con las mejores tradiciones obreras del país. Y aquí no se trata de buenas o malas personas, sino de cómo entienden los intereses de clase, de cómo pueden asociar los intereses electoreros de un Partido, con los de los asalariados. De cómo han puesto a la clase obrera al servicio de un gobierno, llegando al extremo de ponerle nota a los accidentes laborales. Este sí está comprendido en la ley de responsabilidad empresarial y este nó porque el patrón es el Estado. La misma Central y el mismo Sindicato que impulsó la ley, ahora se erigen en jueces y nos dicen que muertes serán denunciadas y cuales nó.

Borrar y empezar de nuevo, porque estos caminos ya han sido transitados en otros paises, con mejores posibilidades de éxito y han fracasado. Y lo que es más grave aún: le han abierto la Puerta al fascismo en sus distintas versiones. Cuando las organizaciones obreras están más preocupadas por el éxito electoral de un Partido que de los auténticos intereses de los trabajadores, están desarmando ideológicamente al movimiento obrero,dejándolo a merced de oportunistas que ocuparán el lugar que ellos abandonaron. Partidos de derecha han tomado como suyas, consignas que antes fueron de izquierda y se han eregido en Partidos del trabajo que luchan contra la desocupación y por un salario digno, todas banderas abandonadas por quienes están más ocupados en el resultado electoral. Hasta los pobres jubilados en Suecia por ejemplo, condenados a vivir con la tercera parte de lo que antes ganaban, como resultado del nuevo sistema llevado adelante por derechas e izquierdas y con la participación activa de la Central Obrera que les prometió el cielo y les hizo ver las bondades del nuevo sistema, hoy son seducidos por los nuevos nazis con representación parlamentaria que les prometen aumento en sus ingresos y rebaja de los impuestos. Y estos grupos nazis crecen día a día, gracias al descontento que genera el abandono de los principios  por parte de quienes dicen representar los intereses populares. Y si estas cosas pasan en Europa, recuerden España con Felipe González o Zapatero y una organización sindical a su servicio y como terminó, que no nos espera en las áreas del capitalismo dependiente y economías frágiles que no resisten la menor embestida. Sólo un movimiento obrero concientizado de su papel en la lucha de clases, por el lugar que ocupa en la producción y en los servicios, podrá evitar que estas desviaciones ideológicas le abran la puerta a los sectores más reaccionarios disfrazados de populares. Y esto se logrará el día en que los dirigentes obreros entiendan, que la disputa electoral y la lucha por el salario u otras reivindicaciones son incompatibles. Que nada tienen que hacer allí los que viven de un ingreso cada vez más menguado, a pesar de las estadísticas de la felicidad. Que a los trabajadores no se les puede emplear como hinchadas de tal o cual Partido político. Que los Sindicatos además de ser la herramienta con que cuentan los obreros, debe ser una escuela de formación militante. Creando conciencia en que la lucha va mucho más allá de la reivindicación económica que se llevará la próxima inflacción. Y que la famosa unidad no significa obediencia, sino en caminar juntos sin amontonarnos, en temas puntuales y que además no admite propietarios. No se necesitan más patrones....con los que hay alcanza y sobra.