por Hugo Bruschi en el Año de la Dignidad.
Mucho tenemos que
agradecerle al revisionismo histórico, entre estas cosas la oportunidad
que dió a los uruguayos, de conocernos mejor, de saber que nuestros
orígenes no siempre fueron tan puros como nos enseñaron en la escuela y
más tarde en el liceo. De conocer aspectos de la otra historia, de la no
contada, lejos de la oficial de los ganadores. La historia clandestina,
la prohibida porque atentaba contra los "valores republicanos", que no
eran otros que la traición al pensamiento artiguista. La de los que
alambraron la tierra. Y esta historia no contada oficialmente, nos
permitió saber entre otras cosas, que durante el genocidio indígena de
Salsipuedes, el indio Tacuabé le dijo a Bernabé Rivera: "....quien diría
General, Ud. matando hermanos....."
Este reproche con estar lejos en
el tiempo y obedeciendo a otras circunstancias, nos lleva a pensar que
le dirían hoy a Mujica, Huidobro o Bonomi por mencionar algunos, sus
antiguos compañeros que compartieron riesgos, torturas y prisiones, al
verlos en la vereda de enfrente. Al comprobar que aquellos discursos y
arengas, eran nada más que versos. Que la palabra anti-imperialismo
formaba parte de la moda y no del principio arraigado en la conciencia
de cualquier revolucionario, de que jamás podremos ser libres si no
rompemos los lazos de la dependencia o si por lo menos, no tenemos la
virtud de intentarlo.
Desde estas humildes páginas hemos dicho en
alguna oportunidad, que el daño causado por esta gente a la causa de la
liberación, sólo podrá ser analizado en toda su magnitud dentro de
algunos años. Y también dijimos para los que aún creen sin pensar, que
hubieran dicho en otra oportunidad, si estas medidas antipopulares,
acuerdos de defensa no se sabe contra que enemigo, tratados de
asistencia en materia represiva, coqueteos con la embajada que ya estará
pensando en no invitarlos, para no correr el riesgo que se queden allí
para siempre, de tan cómodos que se sienten, de fiestas rociadas de
licor en donde las "copas charlan mucho" como decía una amiga mía, si
todas estas cosas hubieran sido llevada adelante por gobiernos blancos o
colorados? Qué nos dirían entonces? Vendepatrias, pro-imperialistas y
no se cuántas cosas más.... verdad? Bueno, pero esto hoy es tolerado por
mucha gente en silencio y cabizbaja. Gente que incluso pagó con años de
prisión el sueño de una Patria para Todos, libre de la dependencia que
nos ahoga y averguenza, junto a todos aquellos paises que lo intentan
aunque tropiecen una y mil veces.
Muchas veces, nos ha dado la
impresión al constatar ciertos hechos, que esta gente se ha dotado a sí
misma de una suerte de salvoconducto que los hace inmunes a juicio
alguno, una especie de derecho auto-adjudicado por el hecho de haber
estado presos, diplomas revolucionarios que bien trabajados entre gente
que desconoce por edad o por haber estado al margen, ciertos
entretelones de la novela, ciertas páginas de las que mejor no
acordarse, pueden arrojar muy buenos dividendos políticos. Sin embargo y
en medio de esta tragedia, que muchos experimentan en silencio o tratan
de desimular con explicaciones escolares, no todo ha sido tan negativo.
Hemos aprendido a diferenciar e identificar al hombre o la mujer
convencido y firme y actuando en consecuencia, del aventurero que se
entrega a una causa por una cuestión emocional. El primero, jamás
renunciará a sus principios y esperanzas al primer traspié y mordiendo
el polvo amargo de la derrota. El segundo actúa como un accionista al
momento de invertir en una empresa.Si no arroja en el corto plazo el
resultado esperado, cambiamos a otra. El aventurero no es de izquierda
ni de derecha aunque siempre termina allí, pues es el camino más fácil
para sus logros personales. Pero su discurso seguirá siendo de
izquierda......
El aventurero se incorpora a una causa, cuando olfatea
que puede escalar en sus ansias de poder. El hombre fogueado en el
sindicato, en la lucha social, allí donde "el barro se subleva",
permanece firme a pesar del tropezón, pues sabe que la historia le dará
la razón y corre con él. Y lo que es más importante aún, puede dormir
tranquilo y mirar a sus hijos sin verguenza ni necesidad de encontrar un
verso nuevo cada día, para justificar su claudicación. Esa es la
diferencia entre un aventurero y un militante de la esperanza. Así que
cuidado con los cuentos..... no sea que a alguno le pase como a aquél
del tango que "contaba sus hazañas entre infelices" hasta que un buen
día cayó al boliche un veterano..........