por Hugo Bruschi en el Año de la Dignidad.
Ya en los días
previos a la famosa visita de nuestro presidente a los EEUU, acompañado
de altos funcionarios y empresarios, advertimos desde estas páginas que
entre los cometidos oficiales, estaría la importación de un modelo
carcelario que funciona a las mil maravillas en aquellas tierras del
norte, en donde ha alcanzado un status que también se refleja en la
bolsa de valores, como lugar seguro a la hora de las inversiones: LAS
CÁRCELES PRIVADAS. Y esta nueva industria que con tanto éxito - para
quienes manejan el negocio - se ha desarrollado a lo ancho y largo de
aquella democracia , ha despertado un inusitado interés por parte de
nuestros gobernantes. Y ésta como todas las industrias necesita materia
prima, en este caso presos y aquella es una Sociedad que por sus
características ofrece una fuente inagotable de las mismas. Negros,
latinos, indocumentados o inmigrantes ilegales como les llaman, gente
que va presa por sospecha de ser sospechosa. No es casual por tanto, que
por las calles de EEUU transiten 10 blancos por cada negro, pero que en
las cárceles la proporción resulte inversa y tenemos 10 negros por cada
blanco. Pero esta idea original que cuenta con subvención estatal, va
mucho más allá. Los presos son empleados como mano de obra barata, lo
que implica que muchas empresas destituyan trabajadores, al ver por
donde viene el negocio.
A diferencia de los EEUU, en Uruguay recién
se está experimentando este modelo y para ello es menester crear el
clima propicio, es decir instalar el miedo en la población y una
sensación de inseguridad alimentada por la prensa. Ya por ejemplo el
Ministerio del Interior nos advierte que el delito crecerá y se están
buscando acuerdos con los Partidos políticos para ver como enfrentar el
peligro. Pero cual es el delito que más preocupa a nuestras autoridades?
Suponemos que no será el delito derivado de las drogas, pues el
argumento esgrimido para legalizarla fue precisamente que de ese modo
acabaríamos con la competencia desleal. Serán entonces los delitos
derivados de la pobreza? Y a quien perseguiremos, a los pobres o a la
pobreza? Bueno, a esta altura de los hechos y acuerdos con los EEUU,
todo indica que serán aquellos los elegidos. Uno se pregunta si existen
estudios serios que demuestren en cabalidad y con cifras, el aumento del
delito comparado con otras épocas o sólo se trata de imponerle miedo a
la gente, que justifique cualquier medida represiva en lugar de atacar
el problema en sus orígenes.
Hubo un tiempo en Suecia, en donde todos
los delitos eran cometidos por inmigrantes. Y al parecer los
supermercados eran su objetivo preferido. Eso fue por lo menos, lo que
nos informó la prensa, hasta que un Jefe de Policía decidió poner las
cosas en su lugar: La lista de robos, contrariamente a lo que la gente
fue inducida a creer, la encabezaban los jubilados y pensionistas
condenados a vivir con la tercera parte de los ingresos que percibían
antes de jubilarse. Por ello deberemos tomar siempre con pinzas ciertas
campañas histéricas. No pediremos claro está, que el Jefe de Policía del
Uruguay nos diga que los robos más cuantiosos se registran lejos del
barrio marginado. Ni que la lista no la encabezan los chicos malos del
cantegrill, sino que estos delitos se dan en esferas respetables de la
Sociedad y entre gente que tiene buenos Amigos en las esferas del poder
político.
En los años 79-80 en Río de Janeiro, hizo irrupción en
escena un justiciero llamado MAO BRANCA, quien se encargaba de terminar
con los delincuentes. No ya de "respirarles en la nuca" como aconsejaba
Rafael Michelini en un programa de televisión. Y este personaje que no
era sino un periodista policial, recibía nombres de delincuentes o
sospechosos de serlo, a los que luego "marcaba" en las páginas del
diario. La idea era original: él escribía las cartas que supuestamente
le enviaban los vecinos de tal o cual barrio agobiados por los robos,
mencionando el nombre de los delincuentes responsables. Luego llegaba el
Escuadrón de la Muerte, los ataba con alambre y rociándolos con nafta,
le devolvía la tranquilidad al barrio. En algunos casos tuvieron
compasión de sus víctimas y los mataban a balazos para ahorrarles
sufrimientos. Desde ese entonces, la delincuencia se multiplicó por
1000, en relación directa a la pobreza. Por ello no creemos en la
represión como forma de resolver estos problemas, sino más bien creemos
que es una forma cínica de eludir responsabilidades y buscar las
soluciones desde una perspectiva humanitaria. Pretenderán acaso que los
Centros de destrucción infantil, llamados eufemísticamente de
"rehabilitación" puedan devolver a la Sociedad seres humanos integrados?
Pero lo que más duele y no deja de asombrarnos es, que hombres de
pasado "revolucionario" que decían luchar para erradicar las
consecuencias inevitables de una Sociedad injusta, hoy se aferren a
estas políticas con tal entusiasmo que debe sorprender a más de un
representante de la derecha más reaccionaria. Cree realmente esta gente
en estas soluciones o estamos en presencia de individuos dispuestos a
cualquier cosa con tal de conservar sus privilegios y sus sillones?