lunes, 3 de noviembre de 2014

Los uruguayos fumamos abajo del agua


por Hugo Bruschi en el Año de la Dignidad

No recuerdo con exactitud, pero tiene que haber sido entre los años 61-64 del pasado siglo. Uno de los barcos de la flota rusa, había anclado en el Puerto de Montevideo y sus marineros como todos los marineros del mundo, tenían novias, hermanos y hermanas, padres y madres y por tanto bajaron a tierra, a conocer la Ciudad y de paso comprar algunos regalos como testimonio de cariño hacia esos seres queridos. Y necesitaban cambiar dinero claro está, por lo que algunos individuos operando en el recinto aduanero les facilitaron la tarea. Los marineros pudieron cambiar su dinero, que a la postre puso al descubierto una estafa. Habían imprimido billetes al que denominaron FIDUCIA, que en su centro llevaba la foto de Benito Nardone (Chicotazo). Eran tiempos de la llamada "guerra fría", pero que gracias a los buenos oficios de El Pais, El Día, La Mañana y El Diario, alcanzó altas temperaturas y la Sociedad uruguaya fue alertada del peligro comunista. Algo similar a lo que sucede en nuestros días, con la diferencia que ya no es el comunismo el enemigo, sino la misma Rusia con su temible Vladimir Putin llevado por algunos medios, a la categoría de Zar o del mismo Hitler. Y por entonces ya las madres fueron alertadas, sobre los riesgos de secuestro de niños que serían enviados a los campos de entrenamiento de la KGB y por tanto tendrían a sus hijos de la mano, cuando se cruzaban con algunos de aquellos marineros, por la Avenida 18 de Julio. La prensa - casi con alegría - relataba aquella estafa, como un gol de la "viveza criolla" al comunismo. Un gol del llamado "Mundo Libre" a la temida Cortina de Hierro. Mostraban imágenes de marineros y al pie los chistes correspondientes. En fin, lo que tenía que haber sido considerado como una verguenza nacional, con estafadores operando a la vista de todo el mundo y dentro del recinto aduanero, fue mencionado como un acto de viveza. Ese fue el recuerdo que aquellos marineros se llevaron del país, al verse impedidos de comprar algún souvenir Made in Uruguay. Pero que hubiera pasado si en lugar de aquellos rusos, hubieran sido americanos o ingleses los estafados? Cómo hubiera titulado la prensa aquella viveza?

 "ESTAFADORES A PRISION. Sujetos sin escrúpulos, burlando la buena fé de nuestros visitantes, bla.bla.bla".
Somos un país de Vivos, con patente de Vivos. Eso es por lo menos lo que nos hicieron creer, al igual que nos parecíamos a Suiza. Jugamos a las Carreras, pero nos cubrimos por las dudas con un ganador y un placé, a la quiniela cuando apostamos a la grande, a los 5, a los 10 y a los 20 para salvar la guita. Si los quinieleros creen que nos van a joder, están fritos. Y esta suerte de viveza también fue trasladada a otros ámbitos en donde se requiere afinar la puntería. Si no ganamos los blancos, ganamos los colorados, quedó registrado en la memoria popular, como una prueba de nuestra habilidad. Ahora podríamos decir: si no ganamos los de "izquierda, ganamos los de derecha". El subconsciente nos dice que en el fondo nada habrá de cambiar, entonces para qué mostrar las cartas? Es contraproducente y podés quedar pegado. Siempre tenemos que guardarnos una carta en la manga. No hay que olvidarse que esta gente juega en primera y el equipo cuenta con mucho dinero para comprar los mejores jugadores y si ello no alcanzara, tambíen algún juez que nos regale un penal en el último minuto. Entonces tendremos que movernos, en esos pocos márgenes de maniobra que nos dejan. Si yo digo y grito a los 4 vientos "ganamos, ganamos" o "viva Tabaré, viva Tabaré pa` todo el mundo", y luego las cosas no salgan como las prometieron, alguien me lo puede reprochar.De ahí que conviene mantenerse calladito y poner el papelito sin hacer ruido. Y llegado el momento de tirar la bronca por el aumento de los precios, decir libremente" YO NO LOS VOTÉ". Te das cuenta como viene la mano, decime si este no es un país de gente rápida?

Les contaré una historia que se registró en plena dictadura. Por entonces yo trabajaba en un Seguro de Enfermedad, pero no tuve la suerte de Tabaré Vazquez y me negaron el Certificado de Fé Democrática, por lo que fuí despedido. Y trabajando allí fui testigo de algunas escenas que pintan al hombre uruguayo. La liquidación de haberes a los beneficiarios no siempre respetaba la fecha de pagos, por lo que se había establecido una forma de paliar las situaciones más urgentes: El adelanto. Y quien se encargaba de tramitar dichos beneficios, era precisamente el delegado obrero y a su vez integrante de la comisión administradora del Seguro. Y como era de público conocimiento, este delegado pertenecía al sindicato que lo ubicó allí, a la CNT y al Partido Comunista Uruguayo. Los trabajadores en busca de su adelanto, compraban El Popular que se pasaban a la salida y entrada al despacho para hablar con el delegado. Todos conseguían el adelanto, eran "compañeros". Demás está decir que por lo demás justo, dado que era su dinero descontado de sus jornales y ellos no tenían la culpa en el atraso de los pagos. Simplemente traté de relatar como funciona la viveza criolla.
Pero qué pasa cuando esa viveza criolla para las chiquitas, no alcanza porque hay otros Vivos mucho más Vivos que nosotros? Cuando nos hacen creer que estamos decidiendo con poner un papelito? Mario Benedetti dijo una vez haciendo gala de su fino humor, que "el Uruguay era la primer oficina del mundo, que había alcanzado la categoría de República". Yo me atrevería a decir parafraseando al gran maestro, que "el Uruguay es el primer gran cuento del Tío, en donde sus víctimas están contentas y aprueban la estafa". O sea que la viveza al igual que las mentiras, tiene las patas cortas.