por Hugo Bruschi en el Año contra la Impunidad
Hay situaciones
en la vida de los seres humanos, en donde la desesperación y la pérdida
de valores se dan la mano. Pareciera que ciertas circunstancias
justificarían algunos comportamientos, que de otro modo serían
reprobables. Y en tal sentido reaccionamos como si tuviéramos derecho a
hacerlo, como si tuviéramos la razón de nuestra parte y por tanto todo
es válido.
En estos últimos tiempos, venimos notando un clima hostíl
hacia los maestros que ha alcanzado proporciones alarmantes, pues lejos
de considerarlo alguna reacción aislada, alguna discusión salida de
tono, alguna discrepancia con los métodos de enseñanza, etc. se ha
convertido casi en una modalidad: LA AGRESIÓN FÍSICA.
La Vidriera se
ha ocupado en otras oportunidades de este tema e incluso hemos
advertido, que estas conductas agresivas lejos de amortiguarse, van en
ascenso. Todos los días se registran hechos de esta naturaleza, algunos
denunciados y otros nó. Maestros que prefieren esconder los rastros de
la agresión, inventando cualquier cosa para no tener que denunciar al
padre o madre del alumno. Otros tal vez intimidados se refugian en su
verguenza y también los hay, quienes deciden abandonar la enseñanza y
dedicarse a otras actividades menos riesgosas.
También La Vidriera
analizó las causas hace algún tiempo atrás y entre ellas está la prédica
oficial, las acusaciones de Mujica y su mujer. Pero no son las únicas,
aunque si repudiables procediendo de gente llamada de "izquierda", sí
irresponsable tratándose de gobernantes intentando enfrentar a la
población con los maestros. Cuando una Sociedad ha llegado a admitir
estos hechos y estas prédicas como normales, podemos afirmar que estamos
ante el colapso moral de la misma. Colapso que no es de izquierda ni de
derecha, sino un tumor que se carcome a la Sociedad sin que ella lo
perciba. Y que cuando quiera reaccionar será tarde.
Como si no fuera
suficiente contar con policías que apalean estudiantes y obreros, que
también reclaman para que sus hijos tengan una enseñanza digna y no sólo
para quienes puedan pagarla; como si fuera poco contar con fuerzas
represivas, soldados que en un pasado no muy lejano torturaban y mataban
luchadores sociales,que también luchaban por ellos, para que no
tuvieran que matar hermanos defendiendo las riquezas de banqueros e
industriales, hoy tenemos también un nuevo flagelo que amenaza con
extenderse como una forma de descargar una violencia mal entendida,
alimentando el odio entre los pobres: PADRES CASTIGANDO MAESTROS.
Días
pasados le tocó a una maestra de Durazno, cacheteada y amenazada de
muerte. Es indudable pues, que algo anda mal en la Sociedad, cuando
hemos llegado a estos extremos. En que situación desesperada se
encuentran esas familias, que ven en los maestros sus enemigos a
castigar? No faltarán seguro está, quienes nos digan: "Pará la mano
loco, no todos somos iguales, ni todos castigamos a los maestros".
Bueno, nos alegramos que así sea...pero no son esas minorías agresivas
quienes nos preocupan, sino esas mayorias pasivas y complacientes que
miran indiferentes y no intervienen. No nos preocupan tanto los
violentos, sino los que le festejan a algunos gobernantes sus insultos y
sus ataques a los maestros, sin decirle a esos señores porqué no la
emprenden contra los dueños del Uruguay, a los que ellos sirven con los
pantalones caidos, alegres de seguir comiendo las sobras que caen de la
mesa bien servida. De esa mesa donde están los recursos que le faltan a
la enseñanza, a la salud y tal vez también, a esas familias que en su
ignorancia identifican a los maestros como sus enemigos a combatir.
Para
poder dominar a una Sociedad, primero es menester quebrarla moralmente.
Que es sino el grito desesperado de miles de jóvenes pidiendo droga? No
tendría que llamarnos la atención, esas juventudes que intentan
refugiarse en un adormecedor, para no tener que enfrentar su triste
realidad, su miserable existencia, de víctima inconsciente de un sistema
que necesita idiotas para funcionar mejor?
Creemos que ha llegado el
momento de juntar voluntades que se indignen, que le hagan saber a los
dueños del negocio que este no es el Uruguay que queremos para nuestros
hijos y nietos. Que cuando se castiga a un maestro o cuando los niños
pobres sueñan con llegar a narcotraficantes, estamos tocando el fondo y
ha llegado el momento de decir BASTA!!! Nuestro destino como país,
dependerá de lo que hagamos hoy o nó, en el presente y en el futuro.