viernes, 23 de enero de 2015

"Lo que más bronca me da....... "


por Hugo Bruschi en el Año contra la Impunidad.

Nacido en el seno de una familia proletaria, con conciencia de clase y orgullosa de serlo. En donde seguramente se hablaba de la inexorable ley patronal que siempre tiene a su lado, los gases lacrimógenos, las cachiporras y las balas si fuere necesario. Para que nadie se llame a dudas e intente desafiarla. Pertenecía a aquella generación que oyó hablar del heroico Pueblo vietnamita resistiendo al invasor y de la gloriosa Revolución Cubana que repartía esperanzas a lo largo y ancho del continente americano, contagiando con su ejemplo. Una época en donde el palabrerío hueco, parecía tener los días contados. Y descubrió que en el Norte uruguayo, existían trabajadores cortando caña dulce que los condenaba a una vida amarga, casi esclava. Viviendo en aripucas y comiendo ensopados de tripa de cordero, como toda recompensa a la hora de reponer las energías que jornadas de sol a sol y machete en mano, reclamaban. Supo entonces de un Procurador socialista que había llegado hasta allí, animado por su afán de justicia ante tanto atropello patronal. Un hombre que despreció los discursos parlamentarios - que bien pudieron tenerlo como protagonista - para enfrentar la realidad y tratar de transformarla. Lo que vino después, ya estaba en los cálculos de aquél muchacho que recién se iniciaba en la lucha. Porque si ésta va en serio, la cárcel o la muerte formaría parte a partir de entonces, de la vida cotidiana.

Poco a poco se fue comprometiendo en aquella aventura, tratando de despertar a un Uruguay que permanecía dormido. Que vivía soñando con un nuevo Maracaná o con la Suiza de América que nos adjudicaron para alegría de todos, tal cual lo hacen hoy, cuando nos ponen buena nota los organismos de crédito o nos otorgan títulos de lacayos oficiales del imperialismo. El fútbol ya no nos prometía la gloria y la Suiza de América era comparada con Burkina Faso. Y llegó lo inevitable: la clandestinidad que le enseñó dormir con un solo ojo, a saltar de refugio en refugio, y muchas veces golpear puertas que no siempre se abrieron. La represión golpeaba fuerte y el miedo se apoderó de la gente. Luego vino la cárcel, no sin antes haber sido salvajemente torturado, por quienes hoy reclaman tratamientos especiales a la hora de pagar en cuentagotas, los crímenes y las violaciones a los más elementales derechos del hombre.

Al cabo de algunos años de prisión recuperaría su Libertad vigilada, al tiempo que pierde su familia. Su esposa agobiada por las circunstancias y porque no podía mantener a sus 2 hijos, decide formar otra relación. No seremos nosotros quienes juzguemos la decision. La vida no es una danza sobre rosas y si lo fuere, también éstas tienen espinas.

Después de muchos años y otras tantas cosas y cositas, aquél muchacho de 70 años se acercó hasta La Vidriera para contarnos su vida, en el entendido que tanto las alegrías como los sinsabores, merecen ser compartidos. Y lo vimos quebrado en su salud y en su espíritu. No lo conocimos en sus años jóvenes, pero sospechamos que tiene que haber sido un muchacho enérgico, lleno de vida y con ganas de cambiar el mundo si fuere posible. Un sueño que compartió con otros muchachos y muchachas que tal vez como él, hoy transitan las calles sin dar crédito a lo que ven. Con sus familias destrozadas, con sus exilios de afuera y de adentro, refugiándose en una suerte de ostracismo involuntario. Muchachas violadas que llevan su verguenza en silencio y que jamás tendrán justicia. Algunas vencieron sus barreras y se animaron a denunciar. Aún esperan justicia. Gente que ve a su costado cómo aquellos que gritaban fuerte , eran apenas farolitos de papel con mucho humo y poca luz. De cómo el tiempo fue mostrando con crueldad, que se escondía detrás de cada individuo y delataban porqué luchaba cada uno. Y estas cargas no son fáciles de llevar, a tal extremo que mucha gente se ha preguntado muchas veces - aunque no lo confiesen - si valió la pena tanto sacrificio, tanta entrega.
" Lo que más bronca me dá, es haber sido tan gil", como dice el tango, me confesó este muchacho de 70 años, decepcionado con razón, asqueado de ver tanta traición..... Y esto fue demasiado para La Vidriera que escuchó el relato y compartió puntos de vista.

TU NO FUISTE UN GIL PEDRO!! Tú al igual que miles de orientales, fuiste un hombre comprometido con su tiempo, con el tiempo que te tocó vivir y no quisiste campanearla de afuera. Entraste y saliste de la cárcel con las manos y la conciencia limpia, luchabas por una Patria para Todos, sin egoismos ni espectativas personales, sin cálculos previos y sin medir lo que arriesgabas. Vos sos un privilegiado Pedro, ahora sabés lo que la vida clandestina o la cárcel te impedían, ahora sabés que ya no podrán seguir haciendo versos, pues la verdad se va abriendo camino, ahora sabés que hicieron pactos a tus espaldas, que enchastraron compañeros por pensar distinto,sobre asuntos que rompían los ojos, ahora sabés que el Bebe no estaba loco como intentaron hacerte creer o lo creiste, que no rehuía las discusiones y se iba a pescar. Ahora sabés eso y mucho más. Tarde - aunque aún tenemos tiempo - descubriste a un personaje que cuando se refiere a los uniformados, no lo hace en términos de militares o FFAA, sino de "nosotros". Un profesional de la intriga y la calumnia que enfrentó a mucha gente bien y que aún no ha perdido sus hábitos. La emprende contra todo aquello sospechoso de dignidad. Ahora sabés que los giles son ellos, pues creyeron que tú nunca sabrías la verdad. Y muchos como vos también lo saben y si alguno calla, es porque aún no ha alcanzado el grado de honradez necesario, para confesar lo que tú nos has contado.

GRACIAS PEDRO!! por hacernos depositarios de tantas confidencias que jamás ventilaremos, pues pertenecen a las zonas más íntimas del ser humano.

Muchos Pedros necesitaremos en un futuro que no veremos, en donde no tengan cabida los impostores. Y jamás olvidar que aún en las causas más nobles, pueden anidar los traidores.