martes, 28 de julio de 2015

La yapa


por Hugo Bruschi en el Año contra la Impunidad

Para quienes desconozcan la palabra y sus beneficios, les aconsejamos preguntarle a sus padres o abuelos. Quién de ellos no la habrá recibido en forma de caramelos o bizcochos de ayer, cuando fue al almacén a hacer algún mandado? Y la "yapa" no sólo podía ser recibida en el almacén, otros ámbitos ya reservados para mayores como bien pudo haber sido el mostrador, conocieron también sus bondades a la hora de las copas. "Hacela llorar" acostumbraba a decir un Amigo y compañero de trabajo,quien al ser consultado porqué siempre pedía media "espinaca" (medio espinillar para quien lo conoció), respondió:

"Con 2 medias llorando, me estoy tomando 1 y media al precio de una". Oficio de mostrador......Se trataba de un simpático personaje con el que coincidimos varias noches de boliche, cuando nos encontrábamos a arreglar el mundo. En una oportunidad alguien que acostumbraba a andar armado, lo provocó a pelear a la calle y el petiso (así le decíamos) le respondió: "Ud. es un hombre de armas llevar y yo (echó su mano al bolsillo del saco) la única arma que porto es esta y sacó un condón". El matón quedó desarmado ante la carcajada de la gente y tuvo que retirarse sin lograr sus propósitos. En otra oportunidad me dijo: "Si algún día tenés que negociar algo importante, hazlo con un hijo de puta inteligente, jamás con un burro bueno". Carlitos Presto, jamás me olvidé de tí por lo buenos momentos vividos y porque aprendí filosofía de vida.

Hace algunos días, recibí un E-mail de parte de una asidua seguidora de La Vidriera, quien me aconsejaba dejar de lado tanto escepticismo que invita al desaliento y de vez en cuando publicar cosas "más alegres" que vayan más allá de Mujica-Fernández Huidobro-desaparecidos e impunidad. En un primer momento pensé decirle que lamentablemente esa es la realidad del país y que La Vidriera no es un blog humorístico. Sin embargo, luego de algunas reflexiones, confieso que aquella seguidora - el cliente casi-siempre tiene razón - no estaba del todo equivocada. Así fue que después de algunas discusiones con el personal de redacción, decidimos abrir un suplemento al que llamaremos LA YAPA en alusión a aquella "extra" que el cliente recibía, como pago a su fidelidad. Si bien La Vidriera es gratis, no resulta menos cierto aquello de que "el tiempo es oro". De ahí que trataremos de recompensar de algún modo, el tiempo perdido por los sacrificados lectores.

Dice el cuento que un padre acostumbraba dejar a su hijo en la escuela, antes de seguir rumbo al trabajo. Vivían fuera de la Ciudad, por lo que debían viajar 30 minutos en auto y por tanto levantarse mucho más temprano que quienes vivían en la misma Ciudad. Como todos los días, recorrían el mismo camino cercado por campos de pastoreo. Un día -allí entre vacas, caballos y corderos, el niño asombrado por lo que estaba viendo, exclama: "Papá, Papá, mirá al burrito" El padre atento al volante, apenas vuelca su cabeza para constatar el asombro del niño. El burrito estaba un poco excitado y mostraba a quien quisiera observar, una cualidad que resultaba todo un regocijo a los ojos femeninos y tal vez una sensación de envidia en el sexo opuesto.

El Creador sospechando que sería objeto de risas por su fealdad o tozudez, decidió recompensarlo en otras zonas de su cuerpo. "No te preocupes" le dice el padre a su hijo. "El burrito está enfermo y muy pronto se mejorará, ya verás". Pasó el tiempo y un buen día por razones que desconocemos, el padre no pudo llevar a su hijo a la escuela como acostumbraba. Lo hizo en cambio su madre, por lo que ese día debió levantarse mucho más temprano que de costumbre para no llegar tarde a la escuela. Se sentó al volante del automóvil y partieron rumbo a la Ciudad. A poco de andar, el niño comenzó a gritar "Mamá, Mamá, el burrito sigue enfermo". La madre vuelve la cabeza y nota el objeto de curiosidad de su hijo."Quien te dijo que está enfermo?" "Papá, respondió el niño. "Ay! m`hijo, ojalá tu padre tuviera la salud de ese animal".

Bueno, para satisfacción de aquella seguidora, le envié el cuento antes de publicarlo. Al otro día recibo un E-mail: "Gracias La Vidriera, si para gozar de tal espectáculo es menester levantarme temprano, yo estoy dispuesta a quedarme sin dormir. Nunca será larga la espera, cuando el premio es grande".

Para nosotros humildes trabajadores de la comunicación, no existe mejor recompensa que la de tener Amigos y seguidores contentos.